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RESEÑA "LOS RESTOS DEL DÍA" de Kazuo Ishiguro

  • augost21
  • 9 sept 2020
  • 2 Min. de lectura

Es de noche y me siento como Stevens, el protagonista de esta obra, intentando ordenar las ideas y sensaciones que me generó la lectura de Los restos del día.   Lo busqué por las razones “equivocadas”, leyendo que era una de las obras predilectas de Jeff Bezos, dueño de Amazon. Porque el libro termina siendo mucho más que lo esperado, empezando porque su autor es un ganador del Nobel.


Los restos del día, de Kazuo Ishiguro, es una historia tejida finamente. Se nota el cuidado en su prosa, dándole una identidad propia a la narración de Stevens. Se trata de un diario de viaje, una jornada que Stevens emprende para visitar a miss Kenton. Durante su relato, hace una retrospectiva a diferentes momentos de su vida como mayordomo, donde se mezclan intrigas palaciegas, la relación con su padre, y profundas reflexiones de aspectos de la vida en el contexto de su trabajo. Todo muy sutil y finamente contado, y que te deja con una sensación de nostalgia.


Abundan las reflexiones  sobre los elementos que conforman a un gran mayordomo como dignidad, propósito, lealtad, absoluta y total dedicación y sacrificio.  La máxima aspiración, servir a aquellas personas que  hacen moverse al mundo en casas donde se toman las decisiones reales, sacrificando la vida y opiniones propias. Stevens sufre con cualquier conversación que se salga de una formalidad estricta, no capta el humor y menos sabe cómo responder. Pero quiere cumplir en cada aspecto, en cada cosa que espere su señor de él. Así que practica para ser mejor y cumplir con sus funciones. Esa entrega total tiene premios, pero también costos.


No podría confirmar si se trata de una historia de amor, pero si creo que contiene una de una muy exquisita sutileza. Y sería una historia donde cabría ese contexto entre hombres que no entienden (entendemos) el lenguaje femenino que se esconde cuando le preguntas a una dama, completamente seria después de que dijimos o ignoramos algo, “¿qué tienes?”, y ella contesta con el ceño fruncido, y con todas las connotaciones que esa sola palabra puede tener, “nada”. Así, durante todo el relato de Stevens, abundan indicios de lo mucho que se le escapa de lo qué pasa a su alrededor por estar completamente entregado a su trabajo.


Son las reacciones de los interlocutores de Stevens los que dan un poco de luz a los sentimientos de este durante los pasajes que relata. Stevens es tan miope que no puede ver las oportunidades que se presentan ante él en el amor o para ayudar a su señor. Sin embargo, no puedes molestarte con él porque se mantiene firme en sus creencias y coherente en sus acciones.


Los restos del día es una obra exquisita que, por ritmo y las atmósferas que describe el autor, es de las que auténticamente se disfruta bajo una tarde lluviosa y una taza de café negro. Poco a poco te irás, cuando parece que no pasa nada, hundiendo en la trama y en las cavilaciones de Stevens, para terminar preguntándote con él si lo que has hecho hasta ahora ha estado bien, y si es momento de disfrutar la llegada de la noche.

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