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  • augost21

RESEÑA DE "MUJERES", de Charles Bukowski.

Para un artista debe de ser difícil, supongo, elegir sobre la que será la obra en turno en la que volcará sus esfuerzos y su talento. Y más difícil debe ser elegir el propósito de toda su obra. Me refiero a una línea narrativa que te destaque de los demás, una voz que te haga inconfundible. Y qué mejor que hablar sobre aquello que conoces mejor que nadie, desde el principio hasta el final, de adentro hacia afuera. Tu propia vida. El reto es hacerlo lo bastante interesante como para que alguien más quiera leerlo. Charles Bukowski lo logró.


Mujeres, del mencionado Bukowski, continúa la historia del borracho perdedor, aparentemente sin rumbo en la vida y destinado a deambular por trabajos lejanos al glamour. En esta historia, el ex cartero empieza a gozar de las  mieles de la fama, ya que sus cuentos, novelas y poemas empiezan a ser reconocidos y a generarle admiradores. Empieza a vivir de escribir y dar lecturas en universidades, bares y todo tipo de lugares. Lee y se emborracha mientras recita poemas, conoce gente de todo tipo y liga mujeres.


El protagonista de la novela, el conocido alter ego de Bukowski, Henry Chinaski, empieza a recibir cartas, llamadas y visitas de mujeres que quieren conocerlo (su número aparecía en la guía telefónica), atraídas por la fama del escritor guarro y con fama de misógino. Con algunas de ellas hay relaciones un poco más duraderas aunque, paradójicamente, son con las que tiene las relaciones más enfermizas; mujeres que son como Chinaski, alcohólicas,  además de afines a las drogas. “Cada mujer es diferente. Básicamente parece que sean una combinación de lo mejor y de lo peor, lo mágico y lo terrible. Estoy contento de que existan, de todas maneras”, dice Chinaski.


Chinaski se reconoce como un viejo indecente (Bukowski tiene un libro con ese título). Sabe que su éxito como escritor radica en exponerse sin límites. Cagar, polla, polvo, mear, vomito, entre otros términos, son de uso común en la obra de Bukowski (maldita traducción de Anagrama, me recordó a Las edades de Lulú). “Yo sólo soy un alcohólico que se hizo escritor para poder quedarme en la cama hasta mediodía”, dice Chinaski mientras se queja cuando las cosas van bien. Depende de su contexto usual para escribir, el del borracho que rebota por la vida. Es experto en hacer lo mundano entretenido, incapaz de hacer la rutina de la normalidad algo digno de novelar. 


“Pensamos que tus libros son muy tristes y muy divertidos”, le dicen a Chinaski una de esas visitas que recibe de un país donde tiene algunos libros traducidos. Y si, leer a Bukowski es fácil y, para mi, hasta necesario de vez en cuando. Soy fan. Encuentro en este libro el más personal de este autor. Está empezando a disfrutar de lo que nunca tuvo y lo expone como siempre, directo y sin adornos. Es triste a veces porque relata también lo complejo de las relaciones personales. Es una etapa llena de relaciones carnales, pero algo vacía en lo emocional para Chinaski. 


Chinaski es un ser humano. Por tanto, su ser no se resume en una sola cara, sino en múltiples facetas. Sabe que hace mal a quien lo quiere bien, y sufre intentando afrontar las consecuencias de sus actos. No deserta al disfrute de su creciente fama, pero asume las consecuencias.


Creo que Bukowski será el autor que más lea este año. Sé que su línea de tiempo viene desde su dura infancia, su primer intento para ser escritor, sus etapas como cartero y el segundo intento para triunfar como escritor, ahora (entrado en sus cincuentas) gozando su naciente fama en vida, hasta el reconocimiento total mientras escribe el guion de una película. Después de recorrer su vida sabes que Bukowski se jugó su mejor carta en la última mano. Y que ganó.



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